miércoles, 20 de mayo de 2015

LA TRADICIONAL CORRIDA DE LA EMPRESA

Estamos ante el nuevo invento taurino de los genios que gobiernan esto: la tradicional Corrida de la Empresa, antes Corrida de la Prensa. El revolucionario invento ha llegado por su propio peso. Hoy, con esta crisis económica y de valores, la prensa y la empresa gozan de una complicidad mucho más amplia que la de la simple fonética. Tal es así, que antaño era la Asociación de la Prensa la que hacía toros mientras que hogaño es la empresa de la plaza de toros de Madrid la que, en muchos casos, viabiliza medios de comunicación de nuevo cuño, libres e independientísimos, no se vayan a creer.
Este gran invento de la tradicional Corrida de la Empresa es fruto de años y años de experiencia e investigación de los fecundos cerebros que rigen los destinos de la plaza más importante del mundo. Metidos en la sala de reuniones, tras noches sin dormir, analizando los datos demoscópicos recogidos en encuestas sobre los gustos de la afición les salió el cartel a los eruditos empresarios (den ustedes por supuesto que estaban todos menos uno, que seguía jugando a la Play), uno calvito y con gafas sentenció el aquelarre con un “dejarlo de mi mano”. Y se lo dejaron, como no.

Juan Carlos I asistió a la corrida, en la Meseta de Toriles.
A la mañana siguiente llegó la solución, el hallazgo revolucionario, el invento que viene a salvar esto de todos los males. El consejero calvito y con gafas llegó a la reunión y, antes de desvelar el cartel, comenzó con los números, que es mucho más serio y está mucho mejor visto que hablar de artistas. La presentación del invento de la tradicional Corrida de la Empresa comenzó por el capítulo de costes de toreros: a imputar según convenga menos un quince por ciento, que hemos de sumarlo en el capítulo de nuestros ingresos particulares. Y aquello era una locura, pues todos y cada uno de los consejeros, consejitos, porteras, chivatas y allegados aplaudían sin parar a aquel hombre con un don especial para esto de los números y los escrúpulos, a aquel genio que les metía en casa el quince por ciento de los que ellos mismos determinaran o determinasen, pues hasta pueden verbo al gusto. Tras la algarabía, el calvito afirmó sus gafas sobre la nariz con el dedo índice de la mano derecha, se hizo el silencio y lo rompió con un: “Además, la confección del cartel tiene coste cero en factura telefónica, porque a nadie hemos de llamar”. Y aquello era el despiporre, la locura. Hasta el que jugaba a la Play paró y se frotó los ojos, incrédulo ante semejante hallazgo. Eso de gastar a convenir e ingresar el quince por ciento de lo que se gaste a convenir enloqueció a todos y la reunión se dio por finalizada, con nota satisfactoria, por supuesto. Y si hay que regalar entradas, se regalan, que no cuestan, como son nuestras… Y le hacían la ola.

Tras el descubrimiento, la corrida. Hasta aquí, cualquier parecido con la realidad supongo que no será más que una mera coincidencia, pero de aquí en adelante nos ceñimos a los hechos que se sobre el ruedo. Y el invento, seguramente rentabilísimo para los de siempre, fue un soberano petardo que pasará a los archivos donde se guardan otros mil, y de eso se valen estos cerebritos que gobiernan el toreo.

La otrora tradicional Corrida de la Prensa y ahora Corrida de Empresa se hizo con los toreros allegados a la empresa, léase Miguel Abellán, El Fandi y Manuel Escribano, torero que es apoderado por Taurodelta para, según palabras de José Antonio Choperita “es una estrategia empresarial que tiene como objetivo principal abrir nuevos horizontes en la tauromaquia a la que hay que dotar de nuevos ingredientes que aporten novedad y competencia para que el aficionado acuda a las plazas con mayor posibilidad de ser sorprendido. Llegan nuevos tiempos para la tauromaquia del siglo XXI y es tiempo de abrir carteles y rivalizar en aras de lograr un espectáculo más competitivo”. Ya ven, otro descubrimiento más, fomentar la competencia monopolizando los puestos de las ferias que ellos mismos organizan. Esas fueron las palabras de José Antonio Martínez Uranga, que a sus ochentaytantos tiene que seguir al pie del cañón porque ninguno de los que viene por detrás arrea, salvo en las guerras de la Play. 
   
Pues allí salieron los toreros de la Corrida de la Empresa: Abellán, Fandi y Escribano, con una bonita, pareja y lujosa corrida de Jandilla arrinconada por el viento reinante en Madrid. Y los toreros hicieron de todo, como buen muestrario de lo que pueden hacer este verano por los pueblos de esta piel de toro que es España. Se fueron a la puerta de chiqueros, derechearon en cantidades industriales, naturalearon poco, perdieron muchos pasos, hasta Fandi y Escribano gastaron madera por banderillas voluntariosas. 

A Abellán, por ejemplo, no le se puede pedir más. Porque tras 17 años de alternativa derrocha actitud por querer triunfar, se va portagayola siempre, toca al ojo contrario con gran precisión y es tesonero como el que más. A su primero, que brindó a Juan Carlos I, que estaba hecho de buena pasta y con las fuerzas justas, lo cogió de cerca y al unipase. Y al otro, al cuarto, que al paciente público le pareció de oreja o tal vez de dos de ponerse en los medios, le dejó algún buen momento aislado. Fue en este donde derecheó a más no poder y donde más y mejor tocó al ojo contrario, siempre al abrigo de las tablas. Y por naturales se derrumbó lo medio levantado.

Fandi también hizo de todo y dejó claro que es un atleta, que es lo que dicen los cronistas cuando lo quieren poner bien. Fandi trabajó todo perfecto, el capote, el correr para atrás, las banderillas, el muletear incansable toma que toma y el matar. Qué bien mató Fandi. Pero tuvieron más alma de artista las embestidas del segundo de corrida que todo su prolijo quehacer. El otro, para colmo, embistió recto, destemplado y sin gracia alguna. 

El torero con el que Taurodelta va a “abrir nuevos horizontes en la tauromaquia”, léase Manuel Escribano, también se fue a portagayola, también sorteó al viento, también puso banderillas por aquí y por allá, tampoco dijo nada con el anodino tercero de la tarde y con el sexto vino a decir que muy nuevos horizontes no son, aunque sí firmes y toscos. Al jabonero sexto, al que costaba dejarlo meter la cabeza en la muleta porque llegaba dormidito, le dibujó algún buen natural, aislado, a pesar de que cuando el toro ya se decidía a empujar la tela lo hacía con clase y profundidad.

Ahí quedó todo el invento de la tradicional Corrida de la Prensa. A tenor de los visto, un nefasto invento para el progreso de la Tauromaquia, pero un magnífico negocio para los que, más de una vez, sentenciaron que “a esto le queda poco”.     




FICHA
Madrid, miércoles 20 de mayo de 2015. Corrida de la Prensa. Toros de Jandilla y Vegahermosa (1º y 2º). Destacó el gran 4º, que tuvo clase y empuje. 1º, 2º y 3º, con clase pero sin fuerza. Con genio y desclasado el quinto; y opcionable el 6º, que se empleó por el lado zurdo aunque era costoso. 
Miguel Abellán, púrpura y plata: silencio y ovación con saludos tras petición de oreja.
El Fandi, blanco y plata: silencio en su lote.
Manuel Escribano, fucsia y oro: silencio y ovación con saludos tras leve petición. 
Entrada: tres cuartos de plaza, en tarde ventosa. S.M. Don Juan Carlos I presenció la corrida desde una localidad de encima de los chiqueros.

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